Tu corazón noble y fuerte, venció,
los océanos del abandono y el olvido,
no hubo tormenta, que pudiera borrar tu sonrisa,
frente a las adversidades y duros desafíos,
tus brazos de hierro y tus manos de acero,
fueron fieles instrumentos de lucha,
contra el hambre y la miseria. La familia,
el baluarte de tu vida, defenderla, tu misión,
amarla, tu devoción, sin cansancio, sin descanso,
sin argumentos vanos, la defendiste, la amaste,
la alimentaste, fue siempre el crisol de tu vida.
Mi amado padre, mi entrañable amigo, mi querido viejo.
Tu senda, una escuela de la vida,
tu mirada, la enseñanza sublime,
tus gestos, del pastor que cuida su rebaño.
Padre generoso y humilde, jornalero y obrero, en el día,
y minero en la noche, campesino,
que abraza la tierra fecunda, maestro,
que dibuja el horizonte con tizas de colores,
músico y cantor, de melodías de niñez y juventud,
escritor, que hiciste del dolor, una poesía a la vida.
A ti padre mío, que te miro con rostro de universo,
quiero decirte, con latidos de mi corazón,
que solo para ti, escribí estos versos,
que en tu día, se vuelvan canción y al cielo pedir,
que tu amor y aliento, ¡nunca nos falte!.
José Antonio Benítez Buais.
Tarija Bolivia