El tiempo en la sombra va tejiendo la enredadera de sueños rotos. Hay esperanzas que nunca se esfuman de todo. Viven allí, agazapadas sin firma ni modo.
Hay un ángel junto a la ventana ñ, en forma se pájaro cantando. Para que anime, para que resplandezca su mañana.
Pero él mira sin ver, su pensamiento vaga por el desierto de un pasado que dejó dormido en el tren.
No quiso observar a aquella pobre mujer, que lo miraba como a un rey.
La obligó a irse, a dejarlo y a dejarse a él mismo del otro lado. Es ese lado dónde la oscuridad absoluta le bri da un trato, días tras día, sin importar nada más que esa botella sobre la mesa.
Pero esta vez, el ángel que canta en su ventana, le dice que son las diez de la mañana. “Ya está bien, no hace falta” y él como un relámpago victorioso, se presenta ante ella limpio, calmo, sobrio sin carga de mentiras a cuestas.
Ella lo mira , en el reloj son las doce y cuarto, se fija bien cada razgo del que fue su amado en aquel pasado.
Le toca la cara con su mano fingiendo estar esperándolo. Pero ni el tiempo, ni el ángel vestido como pájaro, pudieron quitarle a la mujer el escarnio, de haber pasado sus días esperando de ese hombre un cambio. Así que sin más, lo miro de arriba a bajo y cerró la puerta de su casa delante de su cara.
No hay desengaño más grande que las esperanzas rotas.
Autor: Maria Elena Gómez
País: Argentina
Título: Esperanza rota.
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